Cada vez se oye más hablar sobre la dieta baja en FODMAP, esto se debe a que el diagnóstico de patologías intestinales ha aumentado y, por tanto, su necesidad de tratamiento. Una dieta utilizada en las consultas de nutrición para el tratamiento de dichas patologías intestinales es la dieta baja en FODMAP.
¿Qué es la dieta baja en FODMAP?
FODMAP (Fermentable Oligo, Di, Monosaccharides And Polyol ) es el acrónimo que, desde la Universidad de Monash (Australia), le dieron a los alimentos ricos en hidratos de carbono fermentables (oligo, di, monosacáridos y polioles fermentables), es decir, un conjunto de carbohidratos de cadena corta y polialcoholes (fructosa, lactosa, fructooligosacáridos, galacto-oligosacáridos, manitol, maltitol, sorbitol y xilitol) que no se digieren correctamente en nuestro intestino delgado por lo que, cuando llegan al colon, son fermentados por nuestras bacterias de la microbiota intestinal provocando exceso de gases, hinchazón, dolor y diarrea o estreñimiento.
El objetivo de la dieta baja en FODMAP es reducir la presencia de estos nutrientes en nuestra alimentación para evitar esos síntomas. De esta forma, al reducir los FODMAP, reducimos el sustrato que fermentan las bacterias y, por ende, dichos síntomas.
Ahora bien, esta dieta no es para siempre. Es meramente terapéutica y tiene varias fases, por ello, es importante que el tratamiento sea asesorado por un dietista-nutricionista.
Fases:
Primeramente, se realiza una fase de restricción dietética de aquellos alimentos con un contenido moderado o elevado; posteriormente se realiza la reintroducción de aquellos alimentos que quitamos al principio y, finalmente, adaptamos la alimentación de forma personalizada con aquellos alimentos que han sido bien tolerados.
El asesoramiento nutricional por un dietista-nutricionista es clave para evitar el déficit de nutrientes y realizar correctamente el restablecimiento de la microbiota hacia una microbiota sana.
¿Para quién se recomienda?
Este tipo de dieta está recomendado especialmente en pacientes que sufren de síndrome de intestino irritable o de malabsorción de disacáridos como la fructosa y/o lactosa asociados a otras patologías como SIBO (sobrecrecimiento bacteriano). Esta pauta permite mejorar y mitigar la sintomatología más frecuente como los gases, hinchazón y malestar intestinal generalizado. Bien es cierto que, en el caso del SIBO, esta dieta se ha de hacer en conjunto con una terapia de antibióticos específicos para SIBO.
Es importante que esta dieta sea muy personalizada, atendiendo a las necesidades y situación del paciente, además, de sus hábitos y gustos.
Una pauta correctamente planteada puede ayudar a mejorar la calidad de vida del paciente, además de aportar variedad nutricional en su dieta, ya que se suele tender a caer en monotonía con alimentos básicos como arroz, pescado y pollo.
Si te han diagnosticado SIBO o síndrome de intestino irritable o tienes problemas gastrointestinales, te recomendamos que cojas cita o nos llames para que podamos valorar tu caso y ayudarte con la mejora de tus síntomas.
¡Nos vemos pronto!
Equipo LJ