Seguimos con los motivadores… Hoy es el turno de Virtudes, la que nos confiesa que aprender a comer y cambiar hábitos puede cambiar tu vida.
Era el momento, estaba convencida y ahora mismo podría enumerar miles de razones por las que decidí ponerme en manos de un nutricionista.
Destacaré, principalmente, que cada día notaba que mi movilidad se veía reducida y continuamente estaba cansada. Creo que me había acostumbrado y buscaba una razón para autoconvencerme que era normal, que siempre estaba pensando en mi trabajo y ese era el principal motivo de mi cansancio.
No obstante, confieso, que pensar en mi alimentación era lo último. Yo misma pensaba que no comía demasiado para estar con tantos kilos como estaba, aún así, ni me pesaba, no le veía sentido. Era mi ropa la que indicaba que todo estaba más o menos igual. Estaba tan acostumbrada a esas tallas que era lo normal. Eso sí, siempre deseaba poder enseñar mis piernas con una falda, pero las veía demasiado gruesas.
Y es curioso que tuviera a compañeros y amistades realizando dietas que francamente me asustaban, siempre con comidas tan repetitivas y aburridas.
Sin embargo, una conversación me encendió la motivación para poder pedir cita a una nutricionista y aprender a cambiar hábitos. Estaba cerca de mi lugar de trabajo, la otra persona estaba viendo resultados y sobre todo me dio muy buena sensación. ¡Era el momento!
Cuando tomé la decisión de ir, yo misma empecé a sentirme bien. Al fin había encontrado una mano que me pudiera asesorar en lo que estaba haciendo mal y al menos ayudarme a no seguir engordando. Incluso fue una alegría para mis hermanas que veían que había tomado una buena decisión, pues ellas siempre me repetían que hiciera alguna cosa, pero nunca les hacía caso. Pensaba que eran unas exageradas.
Aún recuerdo cuando la báscula me pegó una bofetada de realidad, estaba con un IMC considerablemente elevado, había entrado en obesidad 1. Susto, mucho susto y te preguntas ¿cómo he podido olvidarme de mi?
Y tuve mucha suerte de poder encontrar una gran profesional, sensata y entusiasta. Me enseñó a ver la realidad del mundo de las dietas, la importancia de las cinco comidas, la distribución de alimentos según hidratos de carbonos, proteínas, vitaminas, minerales, etc. La importancia de beber agua, pues yo no bebía nada de nada. En definitiva a sentirme bien, a saber comer.
Una dieta no ha de ser aburrida, al contrario. Para una persona a la que no le gusta cocinar, se convirtió en un placer. ¡Increíble!
¿En qué ha cambiado mi vida? Me siento bien, muy bien, fenomenal. Ese cansancio ha desaparecido. Me paso el día comiendo bien y bebiendo mis dos litros de agua diarios. Para nada pasar hambre, pues todo el mundo es lo primero que te pregunta. ¿Qué has hecho? Me dicen. “Comer bien y cambiar hábitos”, mi respuesta.
He creado unos muy buenos hábitos y por supuesto cuando hay alguna ocasión especial disfruto como todo el mundo de algún dulce y de una buena comida. Sin problema, sin miedo a volver otra vez a estar como estaba. Durante la semana retomo mi buen hábito empezando por un buen desayuno (un placer que he descubierto) que me llena de energía para todo el día.
Evidentemente recomiendo a todo el mundo que si yo he podido llevar una dieta variada y rica, cambiar hábitos de alimentación, descubrir nuevos alimentos….todos pueden. Mi cambio se ha producido satisfactoriamente en menos de un año, sin prisas, sin obsesión y llena siempre de energía.
¡Es importantísimo cuidar la alimentación y cambiar hábitos!
Y si tu también quieres cambiar hábitos como ella, ¡pide cita con nosotras! ¡Te esperamos con los brazos abiertos!